Te conté que...
En ese pueblo chiquitito que adoro y que es lo más parecido al paraíso que nunca he conocido, los habitantes principales son los hombres, los mastines y las vacas.
Los mastines están tumbados la mayor parte del día. Desganados, caminan vagos, taciturnos, como osos desperezándose en la primavera temprana. Difunden un aire de paz y relajación que alcanza a todos los lugareños. Es felicidad! Te saludan al pasar olfateándote hasta reconocerte, es el saludo más franco que puede brindar un animal. De pronto algo se tuerce y aúllan a los montes, a las cumbres, con una profundidad y dramatismo que hace admirar y querer aún más a estos animales. Mastines grandes, de huesos largos y nobles, señores medievales sin aspavientos ni decoros. A la noche despiertan y despabilan, y se transforman en ágiles y astutos perros, fieros y lobunos.
Cuántos rebaños le deben la vida a estos fieles compañeros!
No comments:
Post a Comment