










Teruel es una ciudad conectada por puentes y acueductos, amurallada y delimitada por torreones, a 900 m de altura y de luz deslumbrante, que mira a su alrededor la sierra de tierra roja y pinares de bosques montañosos.
Menos sobrio que los pueblos y ciudades de castilla, Teruel tiene un toque mediterráneo, quizá por su mezcla mudéjar y modernista. La madera oscura y noble, el hierro forjado y el capricho de fantasías en ladrillo y cerámica se encuentran igualmente en las más antiguas construcciones como en aquellas erigidas durante el modernismo catalán, que ahora entiendo más que nunca como adaptación del Art Nouveau general europeo a nuestras raíces mudéjares.
Pasé un día y medio, y encontré gente estupenda como Isabel y su familia al completo que hicieron que se esfumase mi soledad viajera...
Busqué el río, a la hora de más calor, y me encontré con un pequeño regato de agua turbia y marrón que apenas interfería en la vida de los turolenses. Así que me senté a la sombra de un álamo a comer picotas y aceitunas...